Comida de sábado en casa de mis abuelos


Uno o dos cazos de patatitas fritas; unos berberechos con vinagre, sal, limón, pimienta roja y pimienta negra; un plato de jamón ibérico tallado finito; aceitunas; longaniza bien dura en soporte de madera y cuchillo bueno, para que cada uno se corte lo que quiera. Hay que acabarlo todo hombre, somos jóvenes, estamos delgados y tenemos que comer.
Llegan los calçots. Atacamos. Salsa romesco en el plato, tres cucharadas; all i oli, dos cucharadas; tostada de pan untada con ajo y tomate; calçots, calçots y más calçots, hay que acabarlos con tal de no oir quejas de estar comiendo calçots toda la semana.
Carne a la brasa. Primero una costillita de cordero, en realidad un par o tres; media butifarra; pruebo la chistorra; otra rebanada de pan, all i oli y romesco, otra media butifarra. Por dos trocitos que quedan no los vamos a dejar, venga, cansalada y butifarra negra.
Postre triunfal, fresas con zumito de naranja, nata y azúcar. Cafés, galletitas y sobremesa. Filosofamos un rato y reímos. El fuego del hogar se esta apagando, ui, ya son las seis y media de la tarde, me despido de mis tíos, madre, hermana y abuelos; salimos rodando.





“¿Qué adelantas sabiendo mi nombre? Cada noche tengo uno distinto.”



Pequeños seres característicos no identificados


Mientras los árboles chinos florecen en China, los cisnes del río Cruces emigran a otros ecosistemas y las marionetas de madera burlan a las de plástico barato, al resto de la humanidad le surgen enigmas por resolver y cuestiones que afrontar.

El
acaso se levanta por la mañana y nos golpea desprevenidamente la nuca. Dicen que suele hacerlo, sobretodo cuando el día anterior se tragó una de acción de los años ochenta y cinco orujos. Hay que tomar decisiones y hay que tomarlas ya. Suelta como quién no quiere la cosa.

De repente, la impura y tentadora
adversidad se asoma por la puerta de la cocina en un camisón satén, nos abruma con sus curvas y nos hipnotiza con sus labios, consiguiendo finalmente, hacernos arrugar la frente. Nos desconcertamos unos instantes.

Cada uno tiene sus ambiciones, digo al cabo de un rato, sus preferencias, sus manías, caprichos, sentimientos, sueños, ilusiones y motivos para vivir. Probablemente, son diferentes los unos a los otros y justamente esto, es lo que nos hace únicos y especiales.

Yo, seguidora frustrada de la realidad más pura y poco amiga de las naves espaciales, afirmo aquí y ahora que nuestro planeta está atestado de pequeños seres característicos no identificados que viven por vivir.
Son aquellos que huelen el tacto de una mirada, son aquellos que dibujan el delirio de un baobab, aquellos que son genios y no lo saben, que provocan risa sin reír, que se alegran porqué sale el Sol y porqué después de una buena lluvia, el césped huele a césped. Son aquellos que viven para ser y son para vivir, que gozan para sonreír y sonríen para gozar.

Yo, seguidora frustrada de la realidad más pura y poco amiga de las naves espaciales, afirmo aquí y ahora que quizás no abundan, pero existen. Afirmo que los he visto y que si te acercas demasiado, son contagiables.




Barra de bar


- Me apellido Daniel's, morena, pero suelen llamarme Jack.

- ¿Estás casado, Jack?

- Me fascina tu voz ron
ca. Es tan afónica, tan jodidamente sexy... ¿Me das un cigarrillo?
- Toma. No desvíes la pregunta, rico.

- Lo estuve una vez. No funcionó.

- Tanqueray me ha dicho que sueles ir solo por ahí.

- Tanqueray está colérica. Desde que lo apostó todo al rojo y su hijo salió verde, su vida se torció.

- Últimamente Walker se acuesta con el Capitán. Quizás es por esto.

- No sabía lo de su tendencia. Johnnie está muy raro últimamente.

- ¿Qué tendencia? ¡Si Baileys va con ellos!

- Dios, creo que me estoy quedando viejo.

- Déjalo anda, y sórbeme lentamente... Puedes empezar por besarme la espuma, si quieres. Antes de que el gas se desvanezca del todo...
- ...Guinness
- ...¿humm?...

- Eres la tía con más clase con quién jamás he echado la espuela.




El acertijo



Alcahuetas de naturaleza, casamenteras de músculo y hueso.

Como buenos magazines de coleccionista, se agrupán en fascículos
y cuando te acostumbras a tenerlos, ya no puedes vivir sin ellos.

Rostro blanco y lechoso pero consistente y contráctil,
bajo su cuerpo serrano, se esconde fibra y tejido conectivo.

Si juegan y se lastiman, niños malos, dice el doctor,
ahora habrá que abrir, ir a buscarlos, encontrarlos y atarlos.

Así, que seriamente se lo digo señores, no se vuelvan a escapar,
pues sin ustedes, los huesos manifestan su pereza y su profundo descansar.




Malditos tendones.